Pues así se puede definir la noche de ayer (además es el título de una de mis películas favoritas).
Como ya sabéis algunos, la semana pasada estuve de viaje de placer entre Moscú y Peter acompañado por "Pushkin" (por favor, recuérdame esos versos sobre las mujeres rusas) y "el tobillos" (mejor no saber más sobre el mote). Pero, dado los acontecimientos, empezaré esta historia por el final, es decir, el regreso a Ekaterimburgo.
Había decidido volver en el último vuelo del lunes (22:00), de esta forma podría aprovechar toda la jornada laboral. Hasta aquí todo en orden.
Llegué sin ningún tipo de problema a Domodedovo, toda parecía presagiar que en unas cuantas horas estaría en mi tan ansiada camita pudiendo descansar a pierna suelta, pero ... zas!
El caso es que facturé la maleta. No es que sea grande, pero el viajar en Tupolev hace que cualquier bulto algo más grande de una mochila se convierta en un verdadero incordio. Bueno, pues al poco de facturar me di cuenta que había cierta cosa que no hubiera estado de más sacar de la misma ... pero bueno .... no se va a perder la maleta!!!
ME CAGO EN MI SUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEERTE!!! Aquí llega la segunda parte. La maleta no llegó (es más! la mía fue la única que no llego!). ¿Y que había en la maleta? pues nada, una tontería! LAS ***** LLAVES DE MI CASITA!
A todo esto eran ya las 3 de la madrugada. Dos paisanas, al cargo a esas horas de vigilar la entrega de equipajes, me sugirieron que esperara, que a las 4:30 de la mañana llegaba otro vuelo de Domodedovo y que la maleta podría llegar en él. Pues no. Hice tiempo como pude (para colmo esa noche no había nada erótico en las pantallas del aeropuerto), paseé, vi un partido de Hokey entre Bielorrusia y Suiza (ahí me di cuenta que había tocado fondo) y total, para nada. Ya eran las 5, y yo sin maleta ni llaves.
Pues nada, dormí como pude, tipo homeless, en el aeropuerto y, a las 7, decidí que la mejor forma de volver sería en el autobús de línea que une el centro de la ciudad con el aeropuerto, de esta forma me aseguraba 1 horita de trayecto. A las 8:30 de la mañana me encontré con mi jefe según lo acordado, y me fui a trabajar.
Por suerte el final es feliz. A las 16:00 me llamaron y me comunicaron que la maleta había llegado, así que esta noche nada me impide dormir como un tronco!!!
(leñe, voy a cruzar los dedos!).
Hasta pronto!!!
Como ya sabéis algunos, la semana pasada estuve de viaje de placer entre Moscú y Peter acompañado por "Pushkin" (por favor, recuérdame esos versos sobre las mujeres rusas) y "el tobillos" (mejor no saber más sobre el mote). Pero, dado los acontecimientos, empezaré esta historia por el final, es decir, el regreso a Ekaterimburgo.
Había decidido volver en el último vuelo del lunes (22:00), de esta forma podría aprovechar toda la jornada laboral. Hasta aquí todo en orden.
Llegué sin ningún tipo de problema a Domodedovo, toda parecía presagiar que en unas cuantas horas estaría en mi tan ansiada camita pudiendo descansar a pierna suelta, pero ... zas!
El caso es que facturé la maleta. No es que sea grande, pero el viajar en Tupolev hace que cualquier bulto algo más grande de una mochila se convierta en un verdadero incordio. Bueno, pues al poco de facturar me di cuenta que había cierta cosa que no hubiera estado de más sacar de la misma ... pero bueno .... no se va a perder la maleta!!!
ME CAGO EN MI SUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEERTE!!! Aquí llega la segunda parte. La maleta no llegó (es más! la mía fue la única que no llego!). ¿Y que había en la maleta? pues nada, una tontería! LAS ***** LLAVES DE MI CASITA!
A todo esto eran ya las 3 de la madrugada. Dos paisanas, al cargo a esas horas de vigilar la entrega de equipajes, me sugirieron que esperara, que a las 4:30 de la mañana llegaba otro vuelo de Domodedovo y que la maleta podría llegar en él. Pues no. Hice tiempo como pude (para colmo esa noche no había nada erótico en las pantallas del aeropuerto), paseé, vi un partido de Hokey entre Bielorrusia y Suiza (ahí me di cuenta que había tocado fondo) y total, para nada. Ya eran las 5, y yo sin maleta ni llaves.
Pues nada, dormí como pude, tipo homeless, en el aeropuerto y, a las 7, decidí que la mejor forma de volver sería en el autobús de línea que une el centro de la ciudad con el aeropuerto, de esta forma me aseguraba 1 horita de trayecto. A las 8:30 de la mañana me encontré con mi jefe según lo acordado, y me fui a trabajar.
Por suerte el final es feliz. A las 16:00 me llamaron y me comunicaron que la maleta había llegado, así que esta noche nada me impide dormir como un tronco!!!
(leñe, voy a cruzar los dedos!).
Hasta pronto!!!
1 comentario:
como te lo montas, golfooooo...
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