Pues aunque parezca mentira es totalmente cierto.
El otro día vino desde Madrid el jefe del proyecto en el que estoy trabajando y nos invito a cenar a varias de las personas que andamos por allí (bueno, eramos unos 12).
El caso es que unos compañeros eligieron un restaurante para ir. El nombre ... no lo sé, ellos lo llaman Francesco (que es el Chef), pero mucho me temo que no es el nombre real del sitio. El tal Francesco es un Siciliano que por cosas de la vida ha terminado montando un restaurante en Ektbg (me encantaría saber que son esas cosas de la vida). El tío es muy símpatico, y la verdad es que nos contó muchas cosas entretenidas.
De entre todas ellas, lo que más gracia me hizo fue cuando empezó a hablar de la cocina molecular. Es un gran aficionado y, para mostrarnos de qué se trataba el tema, nos sacó un poquito de gazpacho color transparente (bueno, más bien color mosto, pero nos dijo que era así porque faltaba añadirle el pepino). Nunca pensé que en los Urales alguien se dedicaría a la cocina molecular. Por cierto! que Francesco vivió varios años en Ibiza y habla un español estupendo.
La comida bastante bien, la verdad. No puedo hablar del precio porque pagó el jefe. Pedimos como entrantes varias ensaladitas y un par de pizzas, a lo que siguió un plato principal para cada comensal (yo tomé una lasagna muy rica). Como colofón final, Francesco nos sacó un par de tortillas. A mí me supo a gloria, sobre todo después de 2 meses sin catar dicho manjar, pero la verdad sea dicha ... nuestro guía espiritual gastronómico, nuestro Ayatholá de la cocina, el señor Temes, le habría sacado una roja directa de expulsión ... LA TORTILLA ESPAÑOLA TIENE QUE ESTAR CRUDITA POR DENTRO!!!!!!!!!
No entiendo como puedes hablar de cocina molecular, y terminar sacando una tortilla bastante secorra! :P (Que cabroncete soy!).
Saludos!!! Agosto se acerca ...